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El Gobierno busca recuperar el aliento de campaña, pero muestra confusión sobre el daño sufrido

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Javier Milei, en el show del Movistar Arena

Show y mayor protagonismo personal. El Gobierno expone en estas horas a Javier Milei como pieza central de su fórmula básica para tratar de recuperar aliento de campañatodavía bajo efecto del caso Espert. La reacción oficialista muestra de entrada confusión o escasa interpretación sobre el daño causado por la defensa inicial y la posterior renuncia forzada del número uno de la lista bonaerense. El contrapunto absoluto con el kirchnerismo -frente a la larga lista de causas por corrupción en la era K- asoma como un camino repetido, en un terreno de comparaciones que no registra el impacto sobre el eje del discurso “anticasta”. Coloca la pelea en un mismo barro.

Esa línea, muy visible en la retomada disputa por el dominio “narrativo”, supera por mucho al entramado violeta en las redes sociales. Asoma en mensajes de candidatos y otros defensores cerrados del mileismo. Y lo llamativo es que busca la diferenciación en un plano que de hecho iguala, más allá del señalamiento que arranca en la condena de CFK y recuerda casos de diferentes exponentes del círculo de la ex presidente. El interrogante, en todo caso, lo plantea el remate de muchas chicanas: el electorado no le exigiría al peronismo/kirchnerismo lo mismo que a la gestión de Milei.

Es llamativo. Parte de la ofensiva en la interna oficialista para forzar la renuncia de José Luis Espert a la candidatura estuvo sostenida por encuestas sobre el efecto muy negativo del caso como imagen y en intención de voto. Varios de esos sondeos fueron difundidos desde la primera línea del oficialismo, al punto de despertar suspicacias sobre su posible uso también para generar temor a una derrota entre votantes desencantados de Milei. De todos modos, sondeos menos atados a las cuentas oficiales señalaron al menos dos cosas: un muy alto grado de conocimiento del tema y un significativo rechazo a la defensa del entonces candidato.

Algunas de las versiones que circularon inmediatamente después desde las filas mileistas buscaron instalar la idea de un potente cambio de humor interno por la caída de Espert -que no generaba adhesión doméstica y había sido impuesto por Milei- y el papel protagónico que se le asigna a Diego Santilli. No sólo eso. Hasta se sumó la especulación según la cual la “operación” opositora tiene efecto mediático y en el mundo político, pero no necesariamente con igual impacto social.

Curioso eso último, a contramano de las encuestas que se hicieron circular desde la primera línea oficialista. Y con un añadido: se recordaba a modo de ejemplo el escaso efecto electoral en su territorio del escándalo protagonizado por Martín Insaurralde en el 2023. Eso, limitado a Lomas de Zamora. Como sea, carece de sentido de análisis -si se tiene en cuenta la referida chicana en redes- y expresa antes que nada subestimación del daño propio.

La precipitada baja de Espert no es un hecho único saldado sin fisuras o de manera ejemplar, como se pretende exponer. Por supuesto, no se trata de una comparación numérica con el historial K. Llega después del caso Spagnuolo y el desenlace, por cálculo antes que por convicción, se produjo con arrastre de costos: el caso en sí mismo -es decir, la relación efectiva con Federico “Fred” Machado, acusado y en camino de extradición por delitos narco-, el esfuerzo presidencial para sostener a Espert y la consecuente imagen de marcha atrás de Milei.

José Luis Espert, en las horas previas a su forzada renuncia

Por supuesto, toda la secuencia tiene lectura externa, en momentos en que el Gobierno busca cerrar el salvataje de Washington que, como ya lo había expuesto públicamente el FMI, espera que Olivos trabaje con el objetivo de asegurar sostén político. El foco excede al Congreso y a la relación con los gobernadores, porque son observados también los desajustes internos y, naturalmente, es esperado el resultado del 26 de octubre.

El caso Espert impacta en esos dos terrenos. Se verá cuánto influye el día de las elecciones, aunque por lo pronto la inquietud oficialista está la vista. Lo resume la intención de rearmar la campaña, con Milei en primer plano, y de dar por concluido el tema. También fue visible en el terreno doméstico, que llegó al punto de las presiones expresas y hasta públicas de Guillermo Francos, Patricia Bullrich y candidatos -no sólo bonaerenses, sino además de otros distritos- que veían pasar días sin poder siquiera reanimar la campaña. Con el agregado de la convergencia, esta vez, de señalamientos de Karina Milei y Santiago Caputo.

Las tensiones no se agotan y algunas sobreviven al menos como resquemores. El último ejemplo es la circulación de versiones sobre el malestar por el modo en que se manejó la intención de colocar rápidamente a Santilli como figura determinante de la campaña en Buenos Aires. Fuera del previsible ejercicio de chicanas en las redes por viejos maltratos de Milei al candidato amarillo -en esta etapa, uno de los más activos a favor del acuerdo con sello de LLA-, generó algún malestar la idea de dar por cerrado el tema antes que la justicia electoral. Altero los ánimos el pronunciamiento en sentido contrario de la fiscal Laura Roteta, aunque se espera para estas horas la decisión del juez Alejo Ramos Padilla.

Algunas de las estribaciones, está claro, escapan al control del Gobierno. Por ejemplo, llama la atención la locuacidad de Fred Machado -con abogados del mismo estudio que utiliza el Presidente- en las horas previas a los pasos cruciales para su extradición a los Estados Unidos. La decisión de la Corte Suprema fue seguida de inmediato por la instrucción presidencial para activar el trámite. Por lo demás, en materia política, otro frente está abierto en el Congreso. Este miércoles, será tema en Diputados, a pesar de que Espert trató de enfriar el tema y dejó la presidencia de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Todo indica que será un punto fuerte en una sesión con temario denso, que incluye limitaciones para el uso de los DNU y pedidos de interpelaciones que pegan en el núcleo presidencial.

Es un cuadro con pinceladas fuertes, un dato para Luis Caputo, que sigue en Washington con la tarea de traducir de manera concreta el respaldo político anunciado hace días. Es una negociación compleja, que involucra también al FMI. Y en el Gobierno, esperan hacer el anuncio en el contexto del encuentro de Milei con Trump, agendado para el martes próximo. Después, todo será campaña.

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