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El triunfo de Kicillof abre otra etapa de discusión sobre la conducción en el PJ y la necesidad de la unidad

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El triunfo de Kicillof abrió una nueva etapa de la discusión interna en el peronismo

“Hay un solo lado y es este. No hay dos. Ya no hay dos lados después del domingo”. En unas pocas palabras un intendente muy importante del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) definió el momento del peronismo bonaerense trazando una línea política e imaginaria. Entiende, como tantos otros dentro del esquema que conduce Axel Kicillof, que el triunfo electoral del domingo erigió un nuevo conductor y que la pelea interna tuvo un resultado indiscutible.

Hay un solo lado y es en el que está Kicillof como líder. Y si La Cámpora, a corto o mediano plazo, no se quiere alinear a lo que mandan los votos, entonces terminará de definirse como una expresión interna opositora al Gobernador. Así lo entienden en la alianza del Gobernador, que ayer se consolidó como sostén de un proyecto provincial que busca transformarse en un proyecto nacional. “No hay margen para divisiones, pero tampoco hay argumentos para no aceptar el nombre de Axel”, sostuvo el mismo jefe comunal.

Otro intendente del conurbano, también enrolado en las filas axelistas, agregó: “Axel tiene que abrir los brazos y recibir a los intendentes que hasta aquí no se quisieron sumar, pero que, en muchos casos, quedaron dolidos por los cierres de listas y los lugares que les dio Máximo”. Dónde está concentrado el poder actual y quién tienen la capacidad de ser presidenciable serán un ordenador clave en la interna del peronismo. Y ahí reside parte de la disputa entre Kicillof y CFK.

Varios de los intendentes del peronismo, que no son de La Cámpora, y que militaron cerca del cristinismo en los últimos años, comenzaron a transitar un proceso de acercamiento al MDF después del cierre de las listas en la provincia y la nación. Un camino silencioso, subterráneo, con contactos a través de pares y que desnuda los cambios posibles – y lógicos – que se producen en un esquema alterado por una crisis de liderazgos que se ha extendido en el tiempo.

El Gobernador consolida su liderazgo en la provincia y ahora tiene el desafío de liderar la reorganización del peronismo (Photo by AFP)

Kicillof empezó el proceso electoral sin tener una silla en la mesa de decisiones políticas de Fuerza Patria – antes Unión por la Patria -, y lo terminó posicionado como un nuevo líder consolidado dentro del peronismo bonaerense y con el traje de candidato presidencial guardado en el placard de la gobernación. Con eso no alcanza para tener representación del esquema nacional más allá de la provincia. Pero sí para iniciar una nueva etapa donde las placas tectónicas del PJ se reacomoden por la fuerza de la realidad.

Ese cambio sustancial que protagonizó el Goberndor abrió las puertas de un debate interno que generará, inevitablemente, migraciones hacia La Plata. Porque el mandatario bonaerense aparece en el mapa político nacional como el principal precandidato a presidente que tiene el peronismo. Sobre todo por su base territorial, anclada en el poder de los intendentes que conforman el MDF. Faltan dos años para ese momento y en su círculo quieren evitar el desgaste sobre su figura. Por eso patean hacia adelante cualquier referencia al tema.

“En el peronismo te alineas con el que gana. Te puede gustar o no, pero funciona así. Y así fue con el kirchnerismo en otro momento. Con Néstor y con Cristina. El poder de turno y el poder proyectado hoy están en el mismo lugar. Ahora conduce Axel”, sentenció un importante funcionario bonaerense pocas horas después del triunfo electoral. La aceptación de ese liderazgo no es total. Por eso la convivencia no será en paz.

Para una gran cantidad de dirigentes de Buenos Aires, el peronismo provincial ahora será conducido por Kicillof. “Ya no hay dudas de eso”, resaltó un legislador con extensa experiencia, quien además sostiene, desde hace tiempo, que hay un agotamiento del liderazgo de Cristina Kirchner y el rol trascendental ocupado por La Cámpora. Una postura que se repite en las expresiones de muchos nombres propios del peronismo bonaerense y nacional.

El liderazgo de Cristina Kirchner sufrió un nuevo golpe y su capacidad de influencia es más limitada (RS Fotos)

Claro está que el principal desafío del Gobernador es capitalizar lo logrado ayer en la elección y convivir con las tensiones internas que van a aparecer inevitablemente. Tal vez por eso en el círculo más chico de Kicillof sostengan una línea discursiva vinculada a la necesidad de mantener la unidad lograda para la elección bonaerense.

“Axel consolidó su liderazgo, pero el camino es en unidad, los roles se deben reajustar en función de la realidad. La interna se va a ordenar por la realidad misma”, explicó un funcionario bonaerense de estrecha relación con el Gobernador. Lo que creen en La Plata es que el poder de los votos acomodó el tablero político y que el ordenamiento de la dirigencia se dará naturalmente.

El cristinismo afronta un escenario complicado dentro de la interna. Deben empezar a convivir con una figura que se revalorizó a través de los votos, el método que más puede legitimar a un dirigente político. Kicillof ha bajado una línea de unidad consistente. Ninguno de los dirigentes de su riñón saca los pies del plato. Es unidad con todos y a toda hora. Para capitalizar el triunfo lo que menos hace falta es conflictividad interna.

Ayer varios dirigentes enfrentados al cristinismo hicieron circular por WhatsApp el mensaje de CFK del 14 de abril, cuando escribió un largo texto en sus redes sociales en el que aseguró que el mejor camino para el peronismo era que la elección bonaerense sea concurrente, pero que para evitar profundizar la pelea interna, le había pedido a los presidentes de las bancadas oficialistas en la Legislatura que den de baja el proyecto de ley que planteaba exactamente lo contrario a lo que había pedido Kicillof.

La relación de Máximo Kirchner con Kicillof está quebrada y la distancia se fue agrandando con el tiempo (Crédito: AGLAPLATA-Fotonoticias http://www.aglaplata.com.ar)

“Parece que otra vez más le erraron de diagnóstico”, dijo, irónicamente, un ex funcionario nacional, con recuerdos poco felices de su convivencia con La Cámpora en el gobierno de Alberto Fernández. Dentro del peronismo los pases de factura son una constante. Porque nadie olvida el pasado reciente y porque las diferencias sobre cómo hacer política siendo oficialismo son muy distintas dentro de la fuerza política.

La pela a fondo por el desdoblamiento se convirtió en un bumerán para el cristinismo, que hoy padece los daños colaterales de un enfrentamiento extenso y sin sentido vinculados a una estrategia electoral y al posicionamiento de un liderazgo en crecimiento.

Las diferentes vertientes del peronismo coinciden en la necesidad de mantener la unidad de cara a las elecciones de octubre. Pasaron de considerala perdida a pensar que pueden ser una opción competitiva. Creen, en gran medida, que dependerá de la capacidad de reacción que tenga el Gobierno y dé la consolidación del proyecto justicialista a nivel nacional. Una conjugación de factores.

Por eso la unidad es clave. Porque es la base de cualquier posible triunfo. La unidad resulta necesario pese a las diferencias internas que permanecen enquistadas en el corazón de Fuerza Patria y que se materializan en pequeños actos, como el silencio que separa a Cristina y Máximo Kirchner de Kicillof. Ninguno de los dos llamó al Gobernador después del triunfo electoral del domingo.

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